Acné en adolescentes y adultos: ¿por qué no es lo mismo?
El acné es una de las enfermedades de la piel más comunes y puede aparecer tanto en la adolescencia como en la adultez. Aunque las lesiones parezcan similares, su origen, evolución y tratamiento pueden ser muy diferentes según la edad.
Diferencias entre acné adolescente y acné adulto
Durante la adolescencia (entre los 10 y 19 años), el acné es más frecuente en varones y suele deberse al aumento de hormonas y de grasa en la piel. En cambio, el acné adulto, que aparece después de los 25 años, afecta principalmente a mujeres y está relacionado con factores hormonales, estrés, cosméticos, dieta y hábitos de vida.
El acné adolescente suele presentarse en la zona “T” del rostro (frente, nariz y mentón) y puede extenderse al tronco. En los adultos, las lesiones son más inflamatorias, se localizan sobre todo en la parte baja de la cara (mentón, mandíbula y cuello) y suelen dejar marcas o manchas con mayor facilidad.
Factores que influyen
Hormonas: los cambios hormonales o trastornos como el síndrome de ovario poliquístico pueden agravar el acné adulto.
Estrés y falta de sueño: favorecen la inflamación y la producción de sebo.
Alimentación: el consumo frecuente de lácteos, azúcares y alimentos ultraprocesados puede empeorar el acné.
Cosméticos y mascarillas: el uso de productos comedogénicos o el roce constante (“maskné”) pueden provocar brotes.
Tabaco y contaminación: también se asocian a mayor inflamación y lesiones.
Tratamiento y cuidado de la piel
El manejo del acné debe ser personalizado según la edad, el tipo de piel y la severidad. Los tratamientos pueden incluir:
Productos tópicos con retinoides, ácido azelaico o peróxido de benzoilo.
En algunos casos, antibióticos u hormonales (como anticonceptivos o espironolactona).
Cuidados diarios con limpiadores suaves, hidratantes no comedogénicos y protección solar.
Además, es importante evitar manipular las lesiones, mantener una rutina constante y acudir al dermatólogo para prevenir cicatrices y manchas.
Conclusión
El acné no es exclusivo de los adolescentes. En los adultos, puede tener causas diferentes y requerir tratamientos específicos. Un diagnóstico médico adecuado y un enfoque integral —que considere hormonas, alimentación y estilo de vida— son claves para mejorar la piel y la confianza.